El proyecto
consiste en dos estructuras de pino Oregón
que se emplazan sobre el bandejón central de la autopista 16, nuevo acceso a
Iquique, en el primer retorno del DM. 26.500 de dicha ruta. Cada
estructura de 60 mts de largo y 9 metros de altura, se encuentran
distanciada entre sí por 48 mts.
La
fundamentación del proyecto señala que este muro es un gesto que divide el
territorio y hace referencia a los conceptos de historia y contrahistoria. La
historia como relato que segrega dejando a la luz una parte y a la sombra otra,
y la contrahistoria que transita por la vía opuesta. En este caso, la historia
del progreso bienestar y desarrollo asociado al salitre y la historia que se
identifica con la pobreza, la injusticia social y sufrimiento de sus
trabajadores. Esta historia produce una fisura en la noción hegemónica del
poder y es precisamente lo que quiere dejar en evidencia este proyecto, un
contramonumento a la historia del salitre.
Esta propuesta
plantea también la inserción de un elemento exógeno que materialmente se instala
para significar el territorio, como noción inversa a lo vernáculo. Esto último
tiene relación con las construcciones tanto de las oficinas salitreras como de
la misma ciudad de Iquique, donde la madera aparece como material principal
–material extraño al territorio- y la idea de que (según Rivera
letelier) el pampino es gente que en su mayoría emigró del sur de Chile para
trabajar el salitre.
Los conceptos que
fundan este proyecto se trasladan directamente sobre el territorio,
consolidando un gesto fuerte y elocuente que lo resignifica, alejándose de la
lógica de la alegoría y la representación.