La obra se compone de una seria de quiebra vistas ubicadas en ambos muros del paso bajo nivel. Mediante una propuesta cinética le entregan al espectador, (tanto peatón como conductor), una imagen global contenida en fragmentos. La imagen corresponde a la traslación del eje principal de la localidad, la calle Balmaceda. Esta se realizó a través del traspaso fotográfico a una gigantografía cortada verticalmente en 90 partes que luego se montaron sobre un soporte metálico. Estos módulos fueron colocados en ángulos variables cubriendo 270 mts lineales de cada lado. El movimiento, la acción de transitar, reestructura la imagen fragmentada en un espacio-tiempo no definido por el espectador sino por la velocidad del viaje: todo sucederá en escaso segundos. La fotografía de la calle Balmaceda no busca rememorar el pasado, sino ser el testimonio de lo que es, construir la memoria del presente.​